La primera forma de pago del mundo fue el trabajo. No eran alimentos, no eran bienes considerados valiosos; todo se resumía al valor de la fuerza. Luego lo fue todo aquello que el hombre podía producir (animales, víveres, artilugios), y finalmente llegaron los metales preciosos y la moneda.
Todo aquello donde el hombre pone su confianza se ha convertido en instrumento básico financiero. Aun así, siempre han existido medios para hacer fraude, falsificar monedas o violentar la confianza de los mercados, pero esto no ha sido una barrera para el crecimiento y el desarrollo de las economías en todos sus aspectos.
Hoy en día es cierta la afirmación “La moneda de la nueva economía es la confianza”, tal como plantean expertos como
Rachel Botsman y David Eitheredge. El capital más importante es la reputación y la relación que puede generarse entre consumidores y marcas. Los casos como Amazon y Alibaba reflejan el giro más transcendental de las personas hacia las compras online, sin palpar el producto, sin ver el rostro de un vendedor y solo confiando en la afirmación de integridad y la reputación de las empresas que venden.
A la vez estas empresas dan la oportunidad a que cualquiera pueda utilizar sus plataformas “Confiables y seguras” para proveer productos y servicios más allá de las fronteras que un minorista local pueda conocer.